"La dificultad no debe ser un motivo para desistir sino un estímulo para continuar"

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La confesión de Salieri

LA CONFESIÓN DE SALIERI. Jorge Muñoz Gallardo. El tiempo y la historia han sido injustos conmigo. Sí, muy injustos, me acusan de la muerte de Mozart. ¡Qué disparate! Mozart fue un prodigio, no lo voy a negar, también lo envidié, es verdad, su genio era extraordinario, pero su vida fue una pobre vida. Mientras era un niño su padre lo paseó por toda Europa como un fenómeno, y ganó bastante dinero. Mas, en cuanto el chico creció dejó de interesar en los salones aristocráticos y ciudades importantes. Era bajo, pálido y feo, su carácter excéntrico y tenía el vicio del juego. En Salzburgo, su ciudad natal, no tuvo mucha suerte y eso le dolió. Creo que sus mejores años fueron entre los seis y los catorce, bajo la guía de su padre, pero cuando tuvo que manejarse sólo no fue muy acertado. Eso de que yo lo envenené es una locura, un disparate que alguien difundió, no sé con que turbias intenciones. Yo que fui profesor de Beethoven y Schubert nunca he pensado asesinar a nadie. Mozart era enfermizo y débil, y de eso yo no tengo la culpa. Claro, tenía consciencia de su genio y solía comportarse con arrogancia y burlarse de los demás, especialmente aquellos que le molestaban y eso lo tornaba desagradable a veces, tampoco voy a negar que entre los músicos no gozaba de simpatía, había bastantes envidias y recelos porque el trabajo no era fácil y los ingresos muy variables puesto que se dependía de la buena voluntad de un obispo, una duquesa o un príncipe amante de las artes. Sí, engrosábamos la lista de los criados lo que no resultaba demasiado honroso. Mientras estuvo al servicio del arzobispo Colloredo, en Salzburgo, como maestro de capilla, se sintió desdichado e inquieto, creo que lo consideraba muy poca cosa para sus aspiraciones. Luego se marchó con su madre, primero a Múnich y después a mannheim y en esas ciudades no le fue muy bien, estaba disconforme con su suerte y se le notaba en el carácter. Su genio artístico era evidente y causaba admiración entre nosotros los músicos, pero no lograba el éxito que esperaba. Yo no tenía ningún motivo para desearle una desgracia, como dije antes envidiaba su prodigioso talento y me habría gustado tenerlo, no lo voy a negar, pero mi vida era excelente comparada con la suya, no ganaba mucho dinero, es cierto, sin embargo nunca me enfrenté a la pobreza ni me faltó un trozo de pan y el buen abrigo. Mozart Como artista era un genio, como persona más bien insignificante. Esto era lo que más me intrigaba, un talento tan prodigioso en un sujeto tan corriente, yo había ligado, desde muy joven, el genio artístico a una personalidad notable. Pero en Mozart no existía esa personalidad. También visitó París, ya no lo recordaban y sólo le ofrecieron un puesto de organista en Versalles, es decir, su viaje fue un fracaso. La muerte de su madre a principios de julio de 1778 lo obligó a regresar cansado y triste a Salzburgo, la ciudad que nunca lo reconoció en sus verdaderos méritos musicales y tuvo que retomar su puesto como maestro de capilla y hacer obras por encargo, cosa que odiaba. Además, no toleraba la condición de criado que nos afectaba. Creo que la consciencia de su genio, los fracasos y deudas echaron a perder su salud y carácter. A los 25 años renunció a su puesto de maestro de capilla y se fue a Viena. Fue un acto valiente porque era bastante apegado a su padre y en la gran ciudad la competencia entre los músicos es más áspera. Pero, que yo sepa, nadie nunca atentó contra su vida aunque siempre circularon rumores. Allí, en Viena, se casó con Constanze Weber, pero decían que en realidad estaba enamorado de Aloisia, la hermana mayor de Constanze, y como aquella no le correspondió buscó a la menor. Bueno, por entonces se decían muchas cosas. Aunque parece que no tuvo suerte ni en el juego ni en el amor. En cuanto al juego podía perder hasta la chaqueta sin detenerse, esto también fue un problema en su vida. En Viena ingresó a la masonería, imagino que trataba de relacionarse con gente poderosa que pudiera ayudarlo en su carrera. Sus primeros años en tierras vienesas le proporcionaron algunos éxitos musicales y económicos, sobre todo con su ópera”El Rapto del Serrallo”. El maestro Haydn lo consideraba el mayor músico de la historia, yo pienso lo mismo. Por ese tiempo ganó buenas cantidades de florines, sin embargo, era derrochador y le gustaba el lujo, a su mujer también. Culpar a los demás músicos de su progresivo deterioro y fallecimiento es muy injusto. Como dije anteriormente en este oficio hay envidias y resentimientos, mas de ahí a llegar al crimen hay una enorme distancia. El juego le acarreó deudas y enemigos, pero eso se lo provocó él mismo. En cuanto a la mala recepción de”Las Bodas de Fígaro”, por parte del público y el emperador, yo no tengo ninguna relación por el sencillo motivo de que por ese tiempo me encontraba en Francia ocupado con mi ópera”Les Horaces”, el padre de Mozart que no pudo soportar esa situación envistió en mi contra acusándome de boicotearla para justificar ese fracaso. Cuando en 1788 fui nombrado kapellmeister preferí reeditar”Las Bodas de Fígaro” en lugar de hacerlo con una de mis propias obras. Reitero que su salud era frágil y como trabajaba intensamente para conseguir recursos su cuerpo y mente debieron sufrir las consecuencias, pasaba por ciclos de honda depresión y estados de euforia. La muerte de cuatro hijos y el posterior fallecimiento de su padre le causaron un gran dolor y repercutieron con fuerza en su ánimo. Su puesto de músico en la corte de José II le proporcionaba un salario modesto y el público se fue alejando de sus composiciones que en el comentario de muchos se habían vuelto difíciles de apreciar. Tengo la sospecha que buscaba una música que respondiera más a sus propios deseos que al gusto del público y esto lo perjudicaba llevándolo a sentirse incomprendido y fracasado. Pese a todo me acusan de haber confabulado contra Mozart, de haber intentado que sus obras no se presentaran en público y hasta de haber contratado un espía para observar sus movimientos y sus métodos creativos como si yo hubiera tenido la bolsa tan llena de florines que pudiera gastar en cosas como esa. Incluso se habla de una carta de un tal Franz Xaver en la cual reconoce que recibía pagos de mi parte para espiarlo. También ha circulado el rumor de que yo habría confesado ser el autor del crimen. Todo eso es falso. ¡Basura y mentiras! Yo soy creyente, si Dios colocó el genio en la cabeza de Mozart no podía más que aceptar la voluntad divina. Si realmente hubiera muerto asesinado, cosa que yo no creo, la causa estaría en”La Flauta Mágica”. Esta obra trata de la iniciación de un sujeto en una logia masónica y fue considerada por algunos eminentes miembros de la orden como una divulgación indebida de rituales secretos. De ser así, su muerte habría sido provocada por un acto de venganza de la masonería. Pero, como dije, yo no creo nada de eso. También está la historia del hombre de negro con la cabeza envuelta en una capucha que lo visitó en su lecho de enfermo para encargarle un Réquiem, según esta opinión el encargo era un pretexto para estar a solas con él y echar veneno en su comida o el té. A mí me parece que no son más que cuentos atractivos para estimular la imaginación y crear rumores. La verdad es que no hubo ningún crimen, fue su vida, su desgraciada vida, llena de fracasos, deudas y tristeza. Murió de melancolía. Desarrollo estas líneas cuando estoy en el hospital, las dicto a un amigo porque he quedado ciego y ya nada espero de la vida.

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